El batacazo histórico de la selección española en Qatar tiene máximo responsable, Luis Enrique Martínez, el líder de la banda.
Más allá de un bando u otro, de soldados o no soldados, el Lucho ha muerto fiel a sus ideas. Un hombre que no regala oídos, un hombre que es leal a un estilo de juego y, que te guste o no, él lo ha mantenido hasta el fin de sus días. Este Mundial ha sido una prueba más de ello, ha sido incapaz de cambiar su modelo de juego. Eso le ha costado un fracaso histórico para todo el país y, además, su cargo.
Sin ser un estilo que me enamore y que pienso que está caducado porque necesitas jugadores muy específicos para ejecutarlo a la perfección, le honra, por mi parte, llevarlo hasta el final porque él piensa que es la forma más cercana de llegar a la gloria. A la vista está que el fútbol actual está cambiando, tal vez necesitamos un cambio de estructura desde categorías inferiores. Mucha gente lo piensa, como yo, pero no veo a nadie que decida cambiar el rumbo. Es una decisión muy compleja y que te alejaría de aquella selección de 2010 que nos brindó los mejores años de nuestra historia.
El sueño de Luis Enrique era ser campeón, como el de todos. Pensaba que con este estilo se acercaría a ello, pero no fue así. Seguro que se arrepiente de muchas cosas, como la elección de la lista de convocados, decisiones durante un encuentro, cambios de posición, etc. Pero no me quiero centrar en el césped para hablar de sus últimos días, quiero centrarme en las ruedas de prensa. Me faltó autocrítica por su parte. El mismo Luis Enrique dijo en ruedas de prensa pasadas lo siguiente: “El Futbol es un deporte de errores”. Él no los reconoció en su última comparecencia. Por no hablar de ciertos jugadores, como Ferran Torres, que todavía saca pecho después del partido que se marcó. Pero no me apetece hablar de ellos porque solo quiero hablar del líder. Me decepcionó en el último instante, hace unos años cuando jugamos en Georgia fue muy autocrítico, y no perdimos. ¿Por qué no lo fue ahora? Me hace pensar que algo pasó después del partido ante Japón, porque me da la sensación que a raíz de ese día, el Lucho se fue. Y, por tanto, se fue el líder de la banda.
No me voy a quedar con las últimas dos ruedas de prensa, me voy a quedar con sus 48 partidos. Acabé totalmente desquiciado con aquella selección de Vicente del Bosque que, para mí, estaba pasada desde hace años. En la vida hay que saber el momento de marcharse. Posteriormente, Rubiales y Lopetegui me arrancaron de cuajo la poca ilusión que tenía en el mundial de 2018. Desde 2010 no me he vuelto a ilusionar con la selección, y gracias a Luis Enrique me volví a enganchar, sobre todo, a partir de aquella Eurocopa que nos eliminó Italia en penaltis. Con sus fallos y aciertos, me parecía el entrenador ideal para España.
Yo era partidario de su salida por lo que he explicado en este artículo. Luis Enrique se fue después de perder ante Japón. Cuando caímos en penaltis ante Marruecos me daba la sensación de que teníamos que empezar de cero. Creo que no hubiese sido sano para nadie continuar hasta la Eurocopa de 2024. ¿Qué podría haber ganado esa competición? No lo sé, por ahora no tengo una bola mágica. Luis de la Fuente me parece la elección lógica y continuista, yo prefería otro tipo de entrenador que pudiera cambiar la forma de jugar. Pero, como he dicho antes, en esta federación no veo a nadie con el suficiente valor de tomar una decisión así.
Para finalizar, como quiero tener memoria, solo puedo darle las gracias a Luis Enrique Martinez por sus cuatro años, por sus directos en Twitch que me acercaron a él, por sus contestaciones irónicas a ciertos periodistas y, especialmente, por hacerme creer que un grupo de chavales podían poner la segunda estrella en la camiseta de la selección española. Quito de mi mente esas dos ultimas comparecencias y le deseo lo mejor en su futuro y en su carrera deportiva.
Hasta siempre Lucho.
