Los más de 5.000 espectadores que se dieron cita en el Luis suñer Picó comenzaron a expresar esa alegría contenida hasta el momento. Cánticos de UD, UD; lágrimas de alegría, abrazos de unos aficionados con otros, fervor azulgrana. Al abrazo intuitivo de toda la plantilla y técnicos en el terreno de juego nada más señalar el final del partido, acudió presto una marea de aficionados, que apenas podían contenerse en su sitio cuando el marcador señaló el 1-0.
Redacción | NOSTRESPORT.COM
Los más de 5.000 espectadores que se dieron cita en el Luis suñer Picó comenzaron a expresar esa alegría contenida hasta el momento. Cánticos de UD, UD; lágrimas de alegría, abrazos de unos aficionados con otros, fervor azulgrana, y un "ya está" que recorrió la garganta de todos a una. Al abrazo intuitivo de toda la plantilla y técnicos en el terreno de juego nada más señalar el final del partido, acudió presto una marea de aficionados, que apenas podían contenerse en su sitio cuando el marcador señaló el 1-0 del partido en el minuto 74.
Sentimiento azulgrana
Los jugadores de la UD Alzira se fundieron con los peñistas de la Sapo Gol y con todos los aficionados que inundaron el terreno de juego ataviados con los colores del Alzira.
La celebración del ansiado ascenso a Segunda B había comenzado, y con ello, empezó a aflorar el sentimiento por un equipo que durante toda la temporada ha hecho que fuera aumentando en unos, y despertando en otros que en su día quedó algo dormido.
Del centro del terreno de juego a los vestuarios. Allí se quemó toda la adrenalina que los jugadores, técnicos y directiva de la UD Alzira había ido acumulando durante toda la temporada. El cava valenciano corrió por todo el vestuario azulgrana mezclándose con la ropa empapada de la ducha de rigor que toda celebración conlleva.
Todos pasaron entre cánticos y risas por la consabida ducha. Frank Castelló que se había quedado rezagado en el terreno de juego, atendiendo a los medios de comunicación, y saludando a muchos familiares que acompañaban al técnico de Bocairent en el día más importante de su carrera como técnico, fue requerido de inmediato por los jugadores para que entrara al vestuario. Sergio Heras se encargó de dejar al entrenador del Alzira sin su flamante bigote nada más llegar a vestuario. "Es la segunda vez en 28 años que me afeitan el bigote", afirmó Frank Castelló.
Un autobús de dos plantas descapotable esperaba a las puertas del Luis Suñer Picó a los jugadores del Alzira para comenzar el paseo triunfal por la ciudad y seguir con las celebraciones.
La primera plantilla de la UD Alzira, y el equipo cadete A, que la semana anterior había logrado el ascenso a la categoría autonómica, ocuparon el autobús. Seguidos por una inmensa caravana de coches de aficionados, la comitiva se trasladó al ayuntamiento de Alzira para ser recibida por la alcaldesa de la ciudad, Elena Bastidas, y demás miembros del Consistorio.
Elena Bastidas agradeció a la plantilla y directiva de la UD Alzira el esfuerzo realizado durante toda la campaña, "llevando a la UD Alzira a una categoría superior más acorde con el historial del club".
Plaza del Reino
En su alocución, Elena Bastidas instó a que se continúe trabajando con el tesón y amor al club con que lo hacen, poniendo como meta "llegar un día a la Primera División".
Cerca de un millar de aficionados se congregaron en la plaza del Ayuntamiento, coreando a todos los jugadores cuando se asomaron al balcón del recio Salón de Plenos, momento en que también se disparó un castillo de fuegos artificiales.
Finalizado el acto institucional, de nuevo tomaron el autobús primera plantilla y cadetes de la UD Alzira para dirigirse a la plaza del Reino, donde ya estaban congregados numerosos aficionados que coreaban cánticos al ascenso conseguido y al club.
Allí se desbordó, si aún quedaba algo por exteriorizar, toda la alegría de la afición y jugadores y por el triunfo obtenido. La fuente del monumento al Labrador, como siempre ha ocurrido cuando un club alcireño logra un triunfo de gran repercusión, fue tomada por la plantilla de jugadores y aficionados fundiéndose todos en un baño de multitudes del que, salvo Federiquet, nadie se escapó del chapuzón.
Tras el baño, la expedición de la UD Alzira se dirigió de nuevo al estadio Luis Suñer Picó para cambiarse la ropa mojada y acudir, momento después, a una cena privada en la el restaurante la Masía, en la que jugadores y directivos estuvieron acompañados por sus parejas. Durante la cena, el ambiente fue totalmente distendido y se sucedieron varias veces los cánticos de alegría.