La gimnasta leonesa espera colarse en la final olímpica en los que serán sus terceros Juegos y su retirada de la gimnasia rítmica. Participa este fin de semana en la Copa del Mundo que reunirá en Guadalajara a las mejores gimnastas internacionales.
La gimnasta Carolina Rodríguez vivirá el próximo mes de agosto en Río de Janeiro sus terceros Juegos Olímpicos y su retirada, a los 30 años, de la gimnasia rítmica. Dejará atrás 17 años en la alta competición que la han convertido en una de las mejores gimnastas del deporte español. Un camino que no ha sido fácil, pero que, tal y como cuenta ella, “a pesar de las cosas malas, con una buena se me olvidan todas”.
Carolina habla con su mirada, con sus manos…. consigue comunicar con todo su cuerpo. La expresividad es una de sus mayores bazas como gimnasta, una cualidad innata que desarrolló debido a que sus padres son los dos sordomudos y a que su entrenadora Ruth Fernández ha sabido explotarlo en la gimnasia.
Rosa Laparra, gerente de la Fundación Divina Pastora, habla con Carolina Rodríguez, acerca de la discapacidad de sus padres y de cómo es su vida en la gimnasia.
Rosa Laparra: ¿Cómo llegas a la gimnasia rítmica?
Con solo tres añitos veía gimnasia por televisión y me gustaba muchísimo. Yo quería ser como ellas. Con 7 años, quise apuntarme en el colegio junto con otra compañera pero mi hermana era cheerleader del Baloncesto León y por aquel entonces era Ruth Fernández quien montaba las coreografías de las animadoras al mismo tiempo que entrenaba a un club de rítmica.
Mi hermana me dijo que fuera un día a su entrenamiento para conocerla y allí estaba una niña entrenando con la cuerda… me enamoré del deporte, traté de hacer alguna cosa y me propusieron ir un día al Club Ritmo a realizar una prueba a ver si me enganchaba. A los dos meses empecé a competir y pronto me clasifiqué para mi primer campeonato de España. En ese campeonato, salí del tapiz como un flan. Me acerqué a mi entrenadora, que estaba llorando, y le dije ¿tan mal lo he hecho? y, al revés, ella lloraba de la emoción porque había ganado.
Rosa Laparra: Me gustaría saber, debido a que tus padres son sordos, cuando empezaste a estar fuera de casa ¿cómo les hacías llegar tus vivencias y necesidades de la que entonces era tu nueva andadura gimnástica?
Carolina Rodríguez: Esa ha sido la parte más dura porque me fui de casa muy jovencita. Empecé a ir a concentraciones con la selección española con 11 años y a veces estaba fuera de casa hasta 40 días. Al principio la comunicación era telefónica a través de mi hermana y cuando podía tener un teléfono a mano y, teniendo en cuenta mi edad, era difícil. Luego les escribía un mensaje de texto a mis padres diciéndoles “he llegado bien” para que, por lo menos, estuviesen tranquilos. Después empezó a existir todo esto del messenger y la forma de contactar por ordenador, pero, claro, no coincidíamos en horarios y tampoco era fácil.