El Comité de competición de la Real Federación Española de Fútbol mantiene la injusta roja a Orbán y vuelve a maltratar al Valencia con otra decisión polémica.
El Comité de competición sigue cebándose con el Valencia y ya se ha perdido la cuenta de las veces que los valencianistas han tenido que hacer frente a este tipo de afrentas. Se dice que la justicia es ciega y sin duda, en este caso, esa afirmación es una realidad. Cometer un fallo está mal, pero reafirmarse en el fallo es mucho peor y eso es lo que hace la RFEF constantemente.
Orbán fue expulsado sin merecerlo, sin cometer ni siquiera una simple falta. Un simple choque dentro del área, espalda contra espalda, fue interpretado por González González como penalti y expulsión, una decisión que sorprendió a propios y extraños y que dejó a Gary Neville perplejo ya que el inglés ni sabía quien había sido el expulsado ni la razón. Ese tipo de decisiones polémicas condicionan un partido y también el resultado, pero lo peor no es equivocarse en directo, sino ratificarlo en los despachos después de ver las imágenes que demuestran el garrafal error del trencilla.
Citando textualmente al Comité de competición, «del visionado de las imágenes no se observa con claridad suficiente que los hechos acaecidos no se correspondan con lo acontecido, y lo descrito en el acta puede perfectamente ser coherente con lo observado en dicha prueba». Lo que se traduce en un insulto a la inteligencia del espectador y a una entidad como la del Valencia. Las imágenes son evidentes y están ahí, pero el Comité no es capaz de recular en su decisión pese al fallo manifiesto de uno de sus árbitros y pese a que si que lo ha hecho en otras ocasiones con equipos como el Real Madrid o el Barcelona. Lo que más duele en el seno valencianista es precisamente ese doble rasero, el que se permitan acciones agresivas por parte de jugadores que visten una camiseta blanca o blaugrana y en cambio se sancionen sin merecerlo otras acciones y se tenga la impotencia de no poder reaccionar y clamar justicia.
Este tipo de injusticias se están repitiendo con demasidada asiduidad y ya son muchas las voces que protestan ante un trato desigual y perseguidor. Si nos remontamos a la pasada temporada vimos como De Paul fue sancionado con cuatro partidos por zafarse de un rival en el primer partido de Liga, acciones que cometen continuamente jugadores como Sergio Ramos (sin ir más lejos el pasado domingo ante el Villarreal y con Soldado como protagonista) y que no son merecedoras ni de falta. Otamendi también fue expulsado de forma injusta ante el Athlétic de Bilbao y el recurso tampoco prosperó mientras que Rodrigo, por entrar al trapo ante una acción antideportiva de Toño ante el Rayo Vallecano, fue sancionado con tres partidos mientras que agresiones de Cristiano Ronaldo ante el Córdoba, con puñetazo y patada incluídas, sólo merecieron dos partidos de castigo.
El Valencia interpondrá recurso ante el Comité de Apelación con la esperanza de conseguir que se haga justicia, pero las esperanzas de lograrlo parecen muy remotas visto los antecedentes.