Antonio Puchades ha sido, sin duda alguna, uno de los mejores jugadores que ha vestido la camiseta del Valencia CF. Y lo hizo durante 12 años, en los que disputó 354 encuentros, solo dos como suplente, una prueba de la huella imborrable que deja el de Sueca en el valencianismo. Puchades era un jugador inigualable en el campo, un recuperador eterno de balones que además era habilidoso en la salida del esférico e invencible en el juego aéreo. Pero sobre todo era un jugador con devoción por el escudo. En definitiva, un mediocentro incomparable.
‘Tonico’ debuta con el Valencia CF en un partido de pretemporada en 1946. En aquella temporada solo jugaría cuatro partidos más de Liga y uno de Copa. Nadie imaginaba entonces en que se iba a convertir ese centrocampista espigado. Su consagración llega en la siguiente campaña, en la que disputa ya 26 encuentros, 25 de ellos como titular. A partir de ese momento su presencia e importancia en el equipo va creciendo, hasta llegar a su punto máximo en la temporada 54-55, en la que disputa 46 partidos. Fue además un destacado jugador con la selección española, con la que disputó 23 encuentros. Un centrocampista al que su parcela se le quedaba corta, y por ello abarcaba cada vez más terreno de juego.
Para resumir su leyenda basta con recordar esta mítica frase de Jacinto Quinqoces: ‘He entrenado a jugadores fenomenales como Pasieguito, un verdadero científico, o Puchades, cuya entrega era total. Una mezcla de ambos hubiera dado el jugador que no existe, el mejor de todos los tiempos’.
Sería durante la época de Antonio Puchades cuando llegaron los jugadores extranjeros al fútbol español. El centrocampista de Sueca se inició en el mundo del fútbol en su localidad natal y en 1946 entró a formar parte del equipo valencianista, en el que permanecería hasta la temporada 57-58. En esta década, Puchades consiguió varios títulos. En poco menos de tres temporadas se convertiría en el estandarte del club y hasta su retirada, a finales de los años 50, fue pieza fundamental del Valencia. De carácter campechano, brilló durante trece temporadas en el Valencia y en la selección española, con la que disputó 23 encuentros, el primero de ellos en 1949. (Fuente: Valencia CF)
51 internacionalidades, 481 partidos oficiales y 15 años en la élite hacen de David Albelda un jugador emblemático para la historia del fútbol y para la del Valencia CF. El centrocampista deja el balompié tras rechazar diversas ofertas del extranjero, una decisión en la que seguramente haya influido el hecho de que el técnico ché, Miroslav Djukic, prescindiera de sus servicios para la presente campaña.
A punto de alcanzar los 36 años, David Albelda ha decidido colgar las botas. Así lo anunciaron Onda Cero y fuentes cercanas al jugador. Pese a contar con ofertas de clubes españoles y extranjeros, ninguna de ellas ha sabido paliar el dolor de un valencianista eterno. Su entrega durante tantos años, debutando con el ’23’ a la espalda y defendiendo el ‘6’ durante doce temporadas.
Su extensa etapa en Mestalla estuvo repleta de momentos inolvidables pero 15 años defendiendo el murciélago ché también le dejaron grabado varias complicaciones, tanto a nivel deportivo como institucional.
Eterno capitán
Además de ser pieza clave en la Absoluta, Albelda formó junto a Rubén Baraja una de las plantillas más espectaculares en la historia del Valencia. Con ella ganó dos Ligas y alcanzó dos finales de Champions League, que posteriormente perderían ante Madrid y Bayern.
Pero el repertorio del centrocampista valenciano no queda ahí, ya que cuenta con una Supercopa de España de 1999, la Copa de la UEFA, la Supercopa de Europa de 2004 y una Copa del Rey de la que nunca se sintió partícipe, puesto que fue la época en la que, de manos de Ronald Koeman y Juan Soler, fue apartado del equipo junto a Miguel Ángel Angulo, otro de los mitos del Valencia.
Tras 51 internacionalidades, ese frenazo le privó de disputar la Eurocopa del 2008, la cual ganó España ante Alemania con gol de Fernando Torres. Aún así, Albelda nunca se rindió y entregó su corazón al Valencia. Recuperó su figura sobre el campo y disfrutó como un niño de sus últimos encuentros.