Es aquello de morir manteniendo unos ideales. O aquello de mantener la honestidad y la honradez con uno mismo, para con el club y con la masa social que sustenta al C.D. Castellón. La escuadra albinegra se rebela ante el final de la competición de Liga y la desidía que suele embargar y predominar en esos períodos. Sus opciones de ascenso se desvanecieron en la recta final del invierno, pero el grupo quiere despedirse con valentía e intentando conseguir el máximo de los puntos posibles.
Todo ese planteamiento se trasladó al feudo del Nou Estadi de Tarragona. El C.D. Castellón encadenó la segunda victoria consecutiva en un partido con picos que se hizo extremadamente largo en los minutos decisivos ante el ímpetu arrojadizo mostrado por los jugadores locales. Nsue volvió a citarse con el gol. El atacante mallorquín recibió una sugestiva invitación por parte de Víctor Salas que aprovechó. Fue un pase en profundidad que convirtió en gol. Víctor Salas encontró una autopista libre de maleza entre el central y el lateral para ubicar un balón que anunciaba la diana obtenida. Nsue dejó clavado a Rubén. No fue la única jugada cartesiana procedente de las botas del mediocampista andaluz.
Hay jugadores que no entienden de choque amistosos. Todos tienen enjundia y un punto adicional de trascendencia. Así que resulta fundamental jugar con la máxima intensidad. Víctor entendió las claves del partido. Tuvo verticalidad e intencionalidad desde la línea de tres cuartos. Y estuvo especialmente clarividente en el pase final. Manuel Arana comprendió que la movilidad y la asociación con Víctor Salas podían resultar determinantes. Una diagonal mortífera del mejor asistente del equipo le dejó desnudo ante el meta catalán.
Víctor codificó el movimiento lo observó de reojo a la vez que dejaba el cuero en condiciones. Rapidez suiperlativa para producir un efecto desolador sobre la retaguardia. El C.D. Castellón gestionó con solvencia el gol de Nsue. El bloque se mostró compacto y sin apenas fisuras. El balón era albinegro y adquiría un plus mayor de sentido y especialidad cuando tocaba las botas de Mario Rosas. Su actuación fue portentosa. Su capacidad para temporizar o dinamizar el juego es exquisita.
Del Nástic no había excesivas noticias. Únicamente Jordi Alba parecía mudar el sentido del duelo. El interior probó en dos ocasiones los reflejos de Carlos Sánchez. La respuesta del arquero fue sensacional. El Nástic de Tarragona diseñó un final efervescente con la aparición del sempiterno Moisés. Su figura titánica augura fútbol directo y lanzamientos al corazón del área, pero el C.D. Castellón resistió con heroicidad.
Fuente: CD Castellon