Por Carlos Vicent
Cuentan las leyendas que, antes de disputar uno de los partidos más importantes para alzarse con la Liga del 72, aquella conseguida en Sarrià, Alfredo Di Stefano enunció una frase icónica que perdurará para la siempre en la historia del deporte rey. «Ningún jugador es tan bueno como todos juntos, ténganlo siempre en cuenta», gritó el argentino a sus jugadores en una arenga del Valencia. Mucho ha pasado desde aquella lejana temporada, pero parece que hay jugadores en la actualidad que merecen un sermón de don Alfredo.
Es un deshonor que un dorsal tan importante como es el 9 del Valencia tenga actitudes bochornosas en el terreno de juego. La vergonzosa expulsión de Maxi Gómez el pasado domingo ante el Athletic Club lo único que provoca es desesperar y desquiciar a la afición de Mestalla. La garra y la clase de las que muchos presumíamos al tener al delantero uruguayo en el Valencia se desvanece con estas faltas graves de profesionalidad.
Este tipo de desplantes no son nuevos para el charrúa. Más allá de su borrada la pasada jornada, su historial tampoco le perdona. La pasada temporada fue expulsado en el partido frente a la Real Sociedad por dirigirse al árbitro con la «la concha de tu madre», momento cuando el Valencia estaba colocado 14º, al borde del descenso. También se perdió dos partidos por acumulación de tarjetas amarillas. Si a ello le sumas la poca interacción que tiene con el gol, su implicación por ayudar al equipo y a sus compañeros es nula.
Ni los datos ni el rendimiento le avalan
Actualmente, Maxi Gómez solo ha sumado un gol y una asistencia en las siete jornadas disputadas. Los datos indican que tiene una frecuencia goleadora de 0,1 por partido; es decir, que necesita 10 encuentros (cómo mínimo) para marcar. Sus movimientos lejanos al área y su gran capacidad para recibir el balón, percutir con la defensa y luchar por la posesión hacen que su rol de goleador decaiga a pasos agigantados. Todo ello se refleja en su estadística de tiro, ya que no llega ni a dos disparos a portería por partido.
La virtud de los buenos delanteros siempre es marcar la diferencia. Estar casado con el gol hace ser a un jugador tan determinante como el que da asistencias, encuentra magníficamente los espacios o dribla descaradamente a la defensa. En estos momentos, Maxi está lejos de alcanzar cualquiera de estas facultades. Aquella gran incorporación que celebrábamos en el 2019 hoy es una de nuestras deudas del Fair Play Financiero. Cada actuación suya provoca un descenso de su valor y eso no se puede tolerar.
Con los focos puestos en Marcos André, ya no quedan excusas. El momento de Maxi ya ha caducado, pero su redención tiene que venir cuanto antes. Sus cuentas pendientes en ilusión con la afición, con el equipo y con él mismo se tienen que cobrar.