El conjunto granota no se escondió ante el histórico holandés y casi rasca un empate. Jason fue el goleador de los valencianos
Hay aspectos que quizás no haya que desdeñar en el análisis de la confrontación en el mítico De Kuip, si bien como premisa inicial habría que resaltar que el Levante respondió en un test de exigencia. El Feyenoord, en su puesta de largo ante su bulliciosa afición, fija la mirada con atención en el duelo ante el PSV del próximo domingo. La competición nace en breve para una de las entidades más populosas y con mayor índice de seguidores de Los Países Bajos. No es un hecho menor. Ni tampoco anecdótico por el contenido que sugiere. La Supercopa en tierras holandesas prologa el arranque oficial de la temporada liguera. Ese duelo está fechado para el próximo sábado 4 de agosto desde las 18:00 horas. La cercanía con el presente determina la trascendencia que adquiría la cita ante la escuadra granota para los pupilos que dirige Van Bronckhorst.
Hay otro ingrediente que vuelve a significar las distancias entre los dos contendientes. Fue una diferencia de tipo conceptual. Paco López fue fiel al libro de estilo que viene mostrando en los primeros partidos del verano. El técnico agitó con contundencia el banquillo a la conclusión del primer capítulo del juego siguiendo el ejemplo de los partidos ante el Bournemouth y en la jornada de ayer frente al PEC Zwolle. Únicamente Oier y Toño repitieron en el arranque de la segunda parte. El resto del bloque varió por completo. Y el meta abandonó el campo en torno al minuto sesenta. El trasvase estaba pactado. Aitor fue su relevo al frente del marco levantinista y Toño no concluyó la cita. Hay un reparto más equitativo y democrático de minutos en la mente del preparador valenciano. Se trata de recuperar sensaciones. Es la premisa básica. Ese componente prima por encima de una apuesta más real y decidida por estructurar las cimbras de un bloque más definido.
La tendencia es antagónica si se escruta lo acontecido en la orilla contraria. Giovanni Van Bronckhorst perfila una idea y un colectivo. El entrenador, con pasado en las filas del Barcelona como jugador, no movió el banquillo hasta que el cronómetro rondaba el minuto sesenta cuando se adentró sobre el césped Amrabat. Más tarde se sumaron al duelo Malacia y Vente. La grada homenajeó la macha de Van Persie, elevado a la categoría de Mesías por parte de los seguidores locales. La pretemporada marchita para la entidad que luce una particular camiseta con los colores rojo y blanco y germina para las huestes azulgranas en un choque de pareceres. La prueba no estaba desprovista de relevancia. Quizás la puesta en acción del Feyenoord desde la epifanía del duelo ratifique esa hipótesis. El equipo de la ciudad de Róterdam saltó al verde con determinación.
El colectivo envió un mensaje diáfano hacia los futbolistas del Levante. Había intensidad en cada lucha por la tenencia del esférico. No era un mensaje encriptado. No había tregua en un encuentro que cada contendiente afrontaba desde una seriedad máxima. El Feyennord emergió desde las catacumbas del vestuario con la convicción como estandarte. El equipo local protagonizó el amanecer de la cita. El balón rodaba con peligrosidad por las inmediaciones de la portería de Oier. No obstante, el Levante no acostumbra a claudicar. En ocasiones, la dificultad en vez de aletargar su espíritu lo eleva. Fue el caso. El discurrir del tiempo le dio más poso y mayor aplomo sobre la alfombra del legendario De Kuip. El cuero corría por las botas de Campaña. Y si el mediocentro aparece la vida es mucho más llevadera y excitante para el Levante. Verza acompañó al fubolista sevillano en la zona de creación.
Rochina jugaba al escondite con los defensores del Feyenoord. El atacante buscaba el cuero en la zona de medios para galvanizar el juego ofensivo. Era un jugador indetectable. Y Joan mostraba el criterio que esconden sus borceguís. El jugador del filial no se siente intimidado ni por el escenario, ni por el potencial del enemigo. Tiene desparpajo y claridad en la lectura del fútbol. El Levante mutó el sentido del encuentro y se presentó en las cercanías de Jones. Lo hizo apropiándose del balón y relegando al Feyenoord en distintas fases del encuentro. Fue una constante. El Levante fue dejando síntomas de todo aquello que persigue Paco López. Por momentos fue un bloque atrevido, imaginativo y gremial en sus movimientos. La presión alta es una máxima para desnortar a su rival. Ni siquiera los goles de Toornstra y Berghuis, ya en la reanudación, amilanaron a un Levante que actuó desprovisto de complejos y que encerró a su oponente en el interior de su área. Los minutos finales fueron un monólogo azulgrana con Manzanara asumiendo galones en la medular.
Ficha técnica
Feyenoord; Jones, Van Beek, ST Juste, Van der Heiden, Clasie, Vilhena, Larsson, Berghuis, Toornstra, Verdonk, Van Persie. También jugaron; Amrabat, Malacia y Vente.
Levante; Oier, Toño, Rober Pier, Chema, Roger, Morales, Coke, Rochina, Verza, Joan y Campaña. También jugaron Aitor, Pedro López, Postigo, Cabaco, Manzanara, Doukouré, Sadiku, Rubén, Bardhi, Jason, Delgado, Pepelu y Molina.
Goles; 1-0- M. 55. Toornstra. 2-0. M. 70. Berghuis. 2-1. M. 78. Jason.
Árbitro; D.D. Makkelle. Amonestó con cartulina amarilla a Rubén.
Fuente: Levante UD