El Aspar Team y Álvaro Bautista celebraron una fecha clave en sus trayectorias, el día en que tocaron el cielo en Australia: la consecución del primer título mundial para ambos, hace ahora diez años.
El tiempo pasa volando y más en un ambiente como el del Mundial de Motociclismo, donde la velocidad es la clave para la supervivencia. Este pasado 17 de septiembre de 2016 se cumplieron diez años del primer título mundial del Aspar Team. El campeonato fue también el primero para Álvaro Bautista, que el año que viene volverá a la que fue su casa durante cuatro temporadas.
¿Qué hacía diferente al Aspar Team del resto?
Creo que como equipo fue el más fuerte. Lo que hizo que fuera tan bien era cómo estaba gestionado el equipo. Éramos muchos con buen material y como decía, todos queríamos ganar, pero había muy buena relación entre los pilotos, Jorge nos tenía a todos muy calmados. “Vosotros, entre vosotros no luchéis”, nos decía. Había mucho respeto entre nosotros y cuando ganaba uno, los demás íbamos a felicitarle, y eso que todos queríamos ganar. Fue un punto muy positivo.
¿Qué supuso Jorge Martínez “Aspar” para tu carrera?
Jorge me hizo un hueco en su equipo a última hora, pidiendo ayuda a amigos para darme una moto y un buen material, porque siempre me había dicho que confiaba en mí, pero no habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos. Al final me pudo hacer un hueco y me transmitió mucha tranquilidad. En Jerez, en la primera carrera, venía de un año muy difícil con la Honda, y antes de la carrera le dije: “Sé que tengo ritmo para estar delante, pero no sé qué hacer cuando esté ahí”. Hacía más de un año que no luchaba por esas posiciones y estaba en blanco. Siempre te imaginas la carrera, tu posición, tus objetivos, pero no sabía qué hacer porque era nuevo para mí. Me dijo “olvídate de todo, mantén tu ritmo. Lo importante es que te vuelvas a sentir un piloto puntero”. Fue lo que hice y al final conseguí mi primera victoria en el Mundial. Jorge me ha ayudado mucho siempre, pero sobre todo me ha dado mucha tranquilidad y me ha ayudado a gestionar bien las carreras. Para Jorge y para el Aspar Team fue el primer título mundial, abrimos una puerta por la que luego pasaron muchos más pilotos.
Si tuvieras que destacar tres momentos de aquella temporada de ensueño, ¿cuáles serían?
La primera victoria, aquello fue lo mejor. En 2005, a final de temporada, había mucha gente que decía que no funcionaba, que me fuera a un psicólogo. Sabía que la moto no funcionaba y el equipo no me ayudaba. Les dije a mis padres que podía ir a un psicólogo y mi padre me dijo: “¿Estás tonto? necesitas una buena moto y un buen equipo”. Y llegó la primera carrera y gané, fue muy bonito. Además, recuerdo bastante los tripletes del equipo, en Turquía y en Barcelona, junto con Héctor Faubel y Sergio Gadea. Y, por supuesto, el día en que me proclamé campeón del mundo en Australia, fue la culminación de un año fantástico, fue una temporada muy bonita. Fue una temporada de escándalo en cuanto a números: te proclamaste campeón con tres carreras de antelación, algo que previamente había logrado Valentino Rossi, con un récord de 14 podios…
Nos quedamos fuera del podio sólo en dos ocasiones: en Francia pudimos haber ganado, pero falló el motor y entramos cuartos, y en Valencia también fuimos cuartos porque estrenaba la RSA. Fueron dos cuartos que podrían haber sido dos triunfos. Además, desde 2002 no había un piloto que ganara dos carreras seguidas.
Te lo dicen a principio de año…
Y no me lo creo. No me lo habría creído nunca.
¿Cuándo empezaste a ser consciente de que podías ser campeón?
En Brno. Sabía que estábamos delante, pero al ganar allí pensé que podía ser campeón, que tenía opciones. Iba pensando carrera a carrera, disfrutando el momento. En la República Checa, ganamos a Kallio en la última vuelta, en la última curva, y llegué a pensar que podía conseguirlo. No sentía más presión, puede que porque Jorge me la quitaba, me decía que no pensara en nada, que me divirtiera, que lo hiciera lo mejor posible. “No te preocupes, acaba la carrera y ya está”, me decía.
Cuando te llamó para que formaras parte del Aspar Team, ¿qué sentiste?
Para mí fue de estar perdido a tener una oportunidad de oro. Es un equipazo, siempre ha tenido buen material y para mí era una oportunidad increíble. Además, de la forma que lo hicimos, a última hora y con el súper esfuerzo que hicieron, porque ya tenían cuatro pilotos. Empezamos a hablar en diciembre, Jorge me pidió unos días y en enero lo cerramos. Tuvo que poner dinero para que corriera, y mira…
¿Cómo recuerdas aquel gran premio de Australia?
Fui hasta allí con el equipo, era una gran familia. Estaba bastante tranquilo, no pensaba en si podía ser campeón allí, sabía que tenía una oportunidad, pero no me preocupaba porque no era un ahora o nunca, podría ser a la siguiente carrera. Recuerdo la salida, y en primera vuelta se paró la carrera por una caída con Faubel y Gadea. Llegué al box, había notado que la moto estaba muy grasa, para que no se rompiera… y les dije a mis mecánicos “no corre nada, está bien que vaya a lo seguro, pero dejadme correr un poquito”. Fue un caos enorme en el box, un desastre. Yo me senté mirando hacia fuera del box y me puse a pensar en la carrera. Pensaba que no nos daría tiempo a salir, pero bueno, seguía estando tranquilo, y me decía a mí mismo “sales del pit lane y acabas como acabes”. Al final me dio tiempo. En la carrera estaba tranquilo, me puse primero, y cogí mi ritmo… y gané con bastante ventaja, como muchas carreras de ese año. Cuando llegué a boxes la gente me aplaudía. Se me enganchó la bandera en la rueda, me fui corriendo por el pit lane, todos dándome la mano, y me traían la moto detrás. Lo celebramos en Australia con el equipo, y luego al llegar a España, que yo no me esperaba nada, pero nunca he visto tanta gente en Talavera como ese día. Fue increíble.
