Un sentimiento nuevo y diferente al que, por suerte, ya no estábamos acostumbrados. Afrontar dos envites de manera consecutiva sin deleitarnos con las mieles del triunfo es algo inusual y que, hasta la fecha, parecía un tema tabú en el seno del levantinismo. No creo, ni de lejos, que el Levante jugase su peor partido en Oviedo. Ni siquiera que, a igualdad de golpes, mereciera perder en el Tartiere.
Sin embargo, no es menos cierto que un idéntico análisis hecho a la inversa nos invita a recordar lo sumamente afortunados que fuimos, por ejemplo, en los duelos ante Reus y Getafe. En esta ocasión, la moneda al aire no cayó de cara y los errores de una zaga firme y consistente por norma penalizaron a un equipo que, ante el Rayo, debe estar a la altura de lo que exige el papel de un líder.
Si te pillo por banda…
Pienso en las cuatro primeras jornadas de competición y todavía me tiemblan las piernas al recordar cada vez que Morales pedía la pelota pegado al flanco izquierdo del ataque. Las defensas se tambaleaban cual castillo de naipes para, en apenas unos segundos, ser derribadas por la virulencia de un huracán con barba y cara de niño bueno. El efecto del considerado mejor futbolista de la categoría se ha ido diluyendo y difuminando con el paso de los partidos y la ansiedad y el desconcierto gobiernan los perfiles externos del ataque levantinista. Jason no está fino, Montañés sigue en la enfermería y Rubén no parece dar con la tecla que le devuelva a su añorada mejor versión.
Un tema ‘Espinoso’
Desapareció en el descanso de Almería para volver ante el Getafe y hacer brotar, en una segunda mitad horrible de todo el equipo, el germen de la polémica más sonada en los primeros meses del nuevo proyecto. La incapacidad de Javier Espinosa para cumplir con las demandas de Muñiz le costó ser relevado una vez había saltado desde el banquillo y, hasta las postrimerías del choque del pasado sábado, no había vuelto a enfundarse la elástica azulgrana en partido oficial. El talabricense debe ser una pieza clave del engranaje de una escuadra que, con él sobre el césped, muta y crece exponencialmente. Su magia y visión deben ser las guindas de un pastel que, no obstante, sigue siendo sobresaliente en su andamiaje.
No basta con Raúl
Nuevamente, Raúl Fernández cuajó un partido excelente y salvó a los suyos con dos o tres intervenciones de un nivel colosal. Sin embargo, la fragilidad en los laterales y algún leve lapso de concentración de los centrales se pagaron a precio de oro. Chema no completó su mejor actuación y el Levante se volvió de vacío ante un rival que, a día de hoy, copa el primer puesto del séquito de abonados al play-off de ascenso.
De vuelta a la senda del triunfo
El próximo domingo el Ciutat de València debe convertirse en un hervidero del que el Rayo Vallecano, de la mano de Rubén Baraja, salga tocado y hundido. Hablamos de un momento delicado tras una derrota en los nueve últimos partidos, sí, pero no es menos cierto que el equipo ha de recuperar la imagen y la solvencia que le han llevado a anidar, a cuerpo de rey, en lo más alto de la clasificación desde recién iniciada la temporada.