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El submarino vencio por la mínima con gol de Vietto. El Villarreal hizo los deberes, simplemente eso. El equipo de Marcelino, con muchas rotaciones, venció al Eibar gracias a un gol en el que hubo dos claves: el estado de gracia de Vietto y el error garrafal del portero Irureta. Los guipuzcoanos renunciaron a todo y lo pagaron muy caro ante un rival que quiso más y fue mejor. Los amarillos piensan en Europa, está clarísimo. El banquillo local estaba trufado de titulares. Ante el Rayo la jugada les salió mal y ofrecieron una pobre imagen en una derrota dolorosa. Quizá por ello esta vez, los que salieron, aprendieron la lección. No obstante, el encuentro no pasó de tedioso y esos suplentes del Villarreal, aunque voluntariosos, están a millas de igualar a los titulares. Muestra de ello fue que tuvieron que salir Cheryshev y Vietto para resolver. Eso sí, si alguien le pone ganas y sobresale, ese es Sergio Marcos. El jugador del filial cumplió su segundo partido sustituyendo a Bruno Soriano y, pese a que no es él, genera ilusión y confianza en su juego.
El Eibar le entregó las llaves del partido al Villarreal y los amarillos tardaron en abrir la puerta y quedarse con él. Pero dominaron desde el inicio. En la primera mitad solo existió un equipo. El submarino se pudo adelantar por dos veces. Moi Gómez fue demasiado débil en la primera ocasión, a los diez minutos, y después los amarillos desperdiciaron otra. El resto del acto inicial fue de poca chicha. Los armeros no lo quisieron aprovechar y llegaron a vestuarios con cero a cero gracias a (o a pesar de) la estrategia inmovilista.
Quizá Garitano había preparado eso. Un primer tiempo de resistencia y un segundo de garras y dientes. Pero este Eibar hace ya unas semanas que tiene caries y muerde menos. Se puede decir que ha perdido la identidad. Y eso en un equipo que depende en gran parte de su personalidad, es grave. Sí, los vascos lo intentaron y presionaron más, pero ni se acercaron a la meta de Asenjo. Se puede considerar que el palentino también descansó para la vuelta de Europa League.
Marcelino, cuando vio que el duelo se estancaba peligrosamente en el empate, recurrió a sus dos ases. Salieron a la vez, Cheryshev y Vietto. El argentino apenas necesitó unos instantes para pegarle con fuerza. Fue al muñeco, sí. Pero el muñeco estaba lisiado y se le coló el balón entre las manos aceitosas. Irureta falló y determinó el choque. De poco sirvió que salvara el segundo con un paradón de cromo. La estrategia del Eibar se fue al traste por su despiste. El Madrigal celebró tres puntos que, en una escala de merecimiento, rozó el límite mínimo considerable.