España reconquista la corona europea tras imponerse 3-7 a Rusia en la Final de la Eurocopa celebrada en el pabellón Belgrado Arena, gracias a los dobletes de Pola, Miguelín, Rivillos y un gol de Álex. La Selección Española suma así su séptimo título continental.
España y Rusia acudían a su cita con la historia del Fútbol Sala europeo para protagonizar la quinta Final que les ha puesto frente a frente en los diez campeonatos disputados hasta la fecha. 40 minutos por delante y un Belgrado Arena que les recibía entre aplausos en un inmejorable ambiente de gala para dilucidar el Campeón.
España saltó a la pista con la máxima concentración, visualizando su séptimo título continental. El partido comenzó con la intensidad propia de las grandes citas, la exigida y esperada. La Roja mostró su mejor versión: tranquilos, con la confianza plena de quien ha trabajado y superado las adversidades para alcanzar los objetivos y sabe que va a conseguirlos. La defensa férrea, la presión al balón, las jugadas de estrategia y las intervenciones providenciales de un Paco Sedano que volvió a ser determinante con sus actuaciones, fueron la clave de la primera mitad.
En la primera jugada del encuentro Ortiz buscó a Raúl Campos, dando el primer aviso a los rusos. Íbamos a por el partido. Estábamos cómodos, bien plantados y éramos ambiciosos. Miguelín gozaba de la ocasión más clara con una tijereta con la que estrelló el esférico en el larguero. Rivillos asistía con un pase bombeado al ala balear que no dudaba en realizar un remate acrobático para intentar abrir el marcador, que inauguró Álex en el nueve de juego.
La pizarra volvía a hacer las delicias de nuestros jugadores. Bebe sacó de banda a Álex, que sobre la frontal del área remató de primeras con un duro disparo que mandó al fondo de la red. Se adelantaba España ante un combinado ruso que no encontraba acierto en sus llegadas ante el cerrojo nacional.
Llegando al final de la primera mitad, llegó el minuto mágico para la Selección. El 17. En apenas 60 segundos, Pola en dos ocasiones y Rivillos en una, aumentaron el casillero a los cuatro goles. El ala torrejonero recuperaba un balón que cedía al vigués, que con una perfecta definición, recortaba y batía por debajo a Gustavo. Acto seguido, Ortiz bombeaba un pase para Rivillos que enganchaba el esférico con la zurda para convertir el tercer tanto. Y sin dar respiro a Rusia, Pola robaba y finalizaba con un lanzamiento ajustado al palo con el que subía el 0-4. Sin embargo, restando los últimos segundos del primer tiempo, Rómulo convertía el primero para los suyos, con el que ponía sobre aviso a los nuestros de cara al segundo acto.
En la reanudación, continuó el dinamismo de los primeros veinte minutos. España generaba un fuerte caudal ofensivo con buenas asociaciones que no llegaba a culminar y a Rusia se le agotaban las opciones. Y a falta de 13 minutos para la conclusión, decidió apostar por el portero-jugador. Los nacionales se esforzaron en el trabajo defensivo y Miguelín encontró su gol, rematando a placer en la portería rival sin guardián bajo palos. 1-5 pero Rusia no bajó los brazos en ningún segundo y lo siguió intentando con la superioridad numérica, logrando recortar distancias por mediación de Robinho.
A cinco minutos de tocar la gloria, otra gran parada de Paco Sedano hacía llegar el rechace a Miguelín, que de primeras armó su pierna izquierda para enviar de nuevo desde su cancha el balón a la portería rival. Con un lanzamiento lejano también, Rivillos convertía uno de los goles con más significado para La Roja, el séptimo. Final soñada para España que encajó en el último minuto un bello gol de Abramov de tacón pero que se encumbraba en lo más alto con el séptimo título europeo, que Carlos Ortiz se encargó de alzar al cielo de Belgrado en su labor de capitán, inmortalizando la reconquista el trono continental.