La ciudad donde las alegrías atléticas no se escatiman. Un asfalto legendario. Una pista descubierta -patio del colegio para Joshua Cheptegei y Letesenbet Gidey- que es historia del deporte más antiguo del mundo. Y otra recortada, short track como dictaminan los nuevos tiempos, que va camino de serlo. La alberga el Palau Velòdrom Luis Puig y esta tarde volvió a reclamar a gritos el Europeo de 2027; más de 5000 personas, no hay mitin bajo techo en España con mayor densidad en las tribunas.
Decía la local Fatima Diame, que se llevó el triunfo en la longitud tras un salto de 6.53 y cinco viajes invalidados hacia la arena, que jamás había visto la instalación con ese ambiente en las gradas, con tanta gente ansiosa de magia: “Y eso que prácticamente he vivido aquí”. Decía también que venía de cargar volumen de entreno en Barcelona, que la cubierta es puro trámite este curso, que sus objetivos aguardan en verano y que “confío en mí e Iván Pedroso, mi entrenador, también. Se qué se espera mucho de mí hace tiempo… voy a mi ritmo pero, ¿por qué no va ser este mi año?”.
Una serie calcada, victoria, cinco nulos y un único brinco válido (también el cuarto: 7.73), ofreció su compañero de entrenamiento y gran referente del la Comunidad Valenciana, Eusebio Cáceres, quien reconocía tener “un problema, claramente. Tengo que arreglar el ajuste en la tabla pero me quedo con que los nulos han sido largos”. Cuarto en Juegos, Mundial y Europeo, aseguraba “sentirse como un juvenil, probando cosas nuevas y viendo que estoy fuerte y con ganas de volver a saltar mucho” cuando se le preguntaba por su segunda temporada bajo las órdenes de Pedroso”.
Ambos saltadores fueron las primeras estrellas en saltar a escena. Después arribaron muchas más. Número complicado de cuantificar, pues las emociones se iban sucediendo a ritmo casi tan frenético como el de Alba Borrero, (7.34, marca personal) que reventó los pronósticos y se impuso a velocistas de nivel internacional contrastado en los 60 metros (en chicos mandó el británico Dewi Thomas con 6.77).
Tardó en animarse el 1500 femenino. Lo hizo al paso del 1000, cuando la rumana Lenuta Petronela lanzó un ataque largo y sostenido que concluyó en 4:14.91. No pudo aplacarlo la campeona de España sub 23 Marina Martínez, segunda tras una espectacular persecución -su última recta fue un ejercicio de revolución de piernas fascinante- con un registro de 4:15.27. Mismo guión en la prueba masculina, aunque la valentía del etíope Melese Nberet fue temprana y exagerada. Y no obtuvo la misma recompensa. Apuró a la liebre, Saúl Martínez, haciéndole los primeros 400 metros al filo de los 56 segundos, un ritmo demasiado encabritado por el que acabó pagando facturas en el último giro, donde le ajustició el turco Mehmet Çelik (3:40.12).
El 800 femenino ratificó el regreso a primera línea de Lucía Pinacchio, la campeona de España y semifinalista europea de 2022. En su tercera carrera del curso (tras casi dos años fuera del atletismo debido a problemas físicos y psicológicos) se hizo con la victoria dictando una lección de estrategia. Vio la espalda de Zoya Naoumov y Natalia Romero durante toda la prueba, pero emergió en el último hectómetro para rebasarlas y levantar los brazos en 2:04:42. Radiante estaba en zona mixta: “Emoción por sentirme yo misma en la pista, no puedo estar más feliz. No estaba pensando en ninguna marca, solo aprovechar la oportunidad de estar aquí porque hace un año y medio no estaba corriendo”.
En las cuatro vueltas de chicos hubo un tipo que no permitió el más mínimo motín. Finalista mundial y olímpico, campeón de Europa de la disciplina, Adrián Ben no quiso saber nada de desobediencias internas. Cuando lanzó el ataque a falta de una vuelta el sunto ya solo fue entre él y el cronómetro. Ambicioso de serie, no acabó del todo contento con su 1:47:75: “Me da algo de rabia la marca, quería algo más. Pero me he esforzado al máximo y está genial ganar. El público ha arropado al máximo, llevo viniendo aquí desde cadete, más de 10 años, y jamás había visto tanta gente y, sobre todo, tan involucrada en los concursos y las carreras”.
En los 60 metros vallas Enrique Llopis clavó la mínima mundialista: 7,62. El coplusmarquista nacional aseguró “no haber encontrado sensaciones, estoy menos en forma que el invierno pasado, focalizado en el verano”. Su compañera de prueba Paula Blanquer se lucía en casa firmando 8.24 y demostrando que presente y futuro de la especialidad pasan irremediablemente por su talento para flanquear barreras.
María Forero, campeona europea sub 20 de campo a través y subcampeona de 5000 sub 23 corrió el 3000 como si quisiera atrapar de golpe el inmenso porvenir que le aguarda. Lideró la carrera durante la mayor parte de la misma y alejó a sus rivales con una demostración de seguridad y control de las que no todas pueden presumir a los 20 años.
La última carrera de la tarde fue el mónologo de Adel Mechaal en los 3000 metros. El que fuera campeón continental de la distancia, adicto al espectáculo como siempre, echó un pulso al reloj y ganó: 7:43.60, mínima para el Mundial de Glasgow y mejor marca española del año. Tras su esfuerzo declaró que “esta época del año alcanzo mi máximo estado de forma, me gusta disfrutar de la cubierta aunque no la prepare específicamente. Mi único objetivo es disfrutar, pero si algo me quita un poco el sueño es bajar de 3:30 este verano”. El plusmarquista español de 1500 en pista corta no eludió el tema candente del día, la suspensión provisional de Mohamed Katir por parte de la Unidad de Integridad del Atletismo: “Hace muy bien su trabajo, es un organismo serio y correcto, el caso de Katir no es como mi caso, que dependía de la CELAD, que deja mucho que desear y nos quita credibilidad a los atletas. Es una buena noticia para el atletismo lo que ha sucedido hoy”. Esta circunstancia ha impedido a la organización del evento llevar a cabo la prueba de 5000 metros en la que Katir pretendía atacar el récord de Europa.
Pero no fue Mechaal el que echó el cierre al Luis Puig. Ese honor correspondió a la gran diva de la competición, al último salto por triplicado de Ana Peleteiro. No hubo foto ni autógrafo más perseguidos que los de la medallista olímpica. No llegó la tan ansiada mínima para París, pero su serie fue muy equilibrada: un nulo y cinco saltos por encima de 14 metros, el más largo, que le dio el triunfo, 14.10. Otra de las grandes de nuestro atletismo, la plusmarquista nacional de pentatlón, María Vicente, concluía segunda a sólo dos centímetros de Ana, que declaraba estar “muy contenta porque esta estabilidad por encima de 14 quiere decir que está a punto de salir. Quiero volver a mi nivel, pero es un proceso que hay que buscar. Me falta competir, no soy capaz de entrenar a este nivel. Cuando te rodeas de gente que te hace bien te pasan pocas bonitas, tengo una familia y una hija maravillosas, solo me tengo que ocupar de trabajar y traer de comer a mi casa”.