sábado, diciembre 7, 2024

Treinta años: recuerdos de la primera victoria

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Esta temporada se cumplen treinta años desde que Jorge Martínez ‘Aspar’ sellara su primera victoria del Campeonato del Mundo, aquel 30 de junio de 1984, en la ‘Catedral’ del motociclismo mundial, el circuito de Assen.

Esta temporada se cumplen treinta años desde que Jorge Martínez ‘Aspar’ sellara su primera victoria del Campeonato del Mundo, aquel 30 de junio de 1984, en la ‘Catedral’ del motociclismo mundial, el circuito de Assen. La primera victoria de treinta y siete en toda su carrera, el preludio de cuatro coronas mundiales como piloto, y también la primera vez que si impondría en los Países Bajos, el escenario que más veces le vio subir al cajón más alto del podio en su carrera, para sumar un total de cinco (1984, 1986 y 1987 en 80cc y 1988 en 80cc y 125cc). Departir con él al respecto siempre es un orgullo, y también un placer ver cómo le hacen chiribitas los ojos al recordar aquellos maravillosos momentos. Holanda fue la tierra prometida de ‘Aspar’, un marco en el que siempre se sintió querido, y eso que su primera victoria se la birló a un ídolo local, Hans Spaan.

Eran otros tiempos, la fama de la ‘Catedral’ le viene a Assen de varias décadas atrás. Antes, la ronda holandesa era sinónimo de fiesta más que ahora. Una semana o diez días de eventos programados por y para el motociclismo. Campeonato del Mundo, Campeonato Europeo, carreras de sidecares… se aunaban competiciones de todo tipo, relacionadas con el espectáculo de las dos ruedas. Un privilegio para aquellos ‘pirados’ de las motos. También Assen era la ‘Catedral’ porque ganar allí suponía consagrarse como piloto, significaba catapultarse en la carrera hacia el título de la temporada en curso. Su trazado, exigente, estrecho, técnico y sin margen para el error, era sólo digno de los pilotos más avezados. “El piloto que ganaba allí era medio campeón del mundo, el circuito era tan técnico y complicado que al mínimo error te ibas al suelo”.

Ya en el ochenta y dos ‘Aspar’, que compitió por primera vez con una Bultaco de 50cc, comprobó que Assen era fiel a su leyenda. Un trazado de algo más de siete kilómetros que transcurría por carreteras comarcales, cerradas para la ocasión. Sendas estrechas de asfalto pegadizo, con marjales repletas de cañas en vez de arcenes. Un laberinto sin escapatorias, apto sólo para los más precisos. “El circuito antiguo me encantaba, tenías que hilar muy bien las trazadas, anticipar unas curvas y sacrificar otras, había que ser muy fino, por eso se me daba tan bien. Con los años ha sufrido muchas remodelaciones, aunque la pista de ahora no me gusta, el gran premio sigue teniendo el mismo encanto”. Nada tuvo que ver su segunda aventura en la pista holandesa con la primera. En 1984 le cayó la losa de ser el único abanderado de Derbi, tras el nefasto accidente de Ricardo Tormo. Se vio joven, inexperto y solo ante el peligro, con la responsabilidad de una marca ganadora sobre sus hombros.

Aquel junio de 1984 primero le tocó ir desde Alzira a Mollet del Vallès, el cuartel general de Derbi. Los componentes del equipo se montaron en un Seat 131 Supermirafiori que todos apodaban ‘clinc clanc’ por su mal despertar, con rumbo a Assen. El paso por Rijeka Grobnik (antigua Yugoslavia) había dejado el primer podio, un tercer puesto, de aquella temporada 1984, pero en Derbi sólo valía una cosa, ganar. “La temporada 1984 fue de las más importantes y a la vez más difíciles de mi carrera. Todo era nuevo para mí, la categoría, la moto… En Derbi eran cien por cien ganadores cosa que asumí sin rechistar porque yo era igual, pero a la vez supuso una presión enorme. Por suerte en aquella época tenía una capacidad de concentración y determinación increíbles. En mi mente sólo existía el deseo de competir y ganar”.

Ser una fábrica referencia en las categorías pequeñas no valía, aquella Derbi de 80cc llegaba con alguna incógnita a Assen. De tan nueva y vanguardista sus cilindros presentaban problemas de fiabilidad, gripaban fácilmente, eran auténticas obras de artesanía. Francisco Tombas los mimaba con todo su arte, pero aun así regalaban sorpresas, por lo que había que estar siempre alerta. “No teníamos datos, la moto era nueva, iba como un tiro pero también se estropeaba con facilidad”. En cualquier caso aquel último fin de semana de junio de 1984 todo salió bordado. ‘Aspar’ se clasificó en primera fila de la parrilla, él sabía que podía ganar, pero tenía que demostrarlo. “Hay un momento en tu carrera que te sientes capaz de ganar, pero hay que demostrarlo. Una vez lo consigues te das cuentas de que sirves para ser un piloto ganador, que puedes ser el mejor y plantearte grandes retos”.

Waibel, Dörflinger, McConnachie, Spaan y ‘Aspar’… Fueron varios los pilotos que lucharon por la victoria a lo largo de aquella carrera, pero al final se quedaron solos Hans Spaan y él. Última vuelta, última curva, gloria u olvido… Tras varios toques ‘Aspar’ prefirió rebasarlo en la chicane previa a la meta para reírse de la presión que el espíritu ganador de Derbi ejercía sobre sus hombros. Competir y ganar, aquel 30 de junio de 1984 empezó a hacerse grande la historia de uno de los más grandes. Los holandeses eran diferentes hasta para la entrega de trofeos, que no era sobre el podio, sino en el teatro de Assen, en una ceremonia de entrega digna de la ocasión. Allí compartieron escenario Randy Mamola (500cc), Carlos Lavado (250cc), Ángel Nieto (125cc) y Jorge Martínez ‘Aspar’ (80cc). Todos los vencedores de aquel día. Jolgorio, aplausos, y una frase lapidaria del 12+1 “por muchas victorias que consigas, la primera siempre será distinta, nunca la olvidarás”.

Qué cierta era aquella frase, que todavía hoy ‘Aspar’ gusta de emplear con sus pilotos más jóvenes. Sin duda eran otros tiempos, ni mejores ni peores, sencillamente otros. Da gusto sentarse a hablar con ‘Aspar’ y ver cómo se le ilumina la mirada, quién sabe si por el runrún de cualquier tiempo pasado mejor. No sólo lo dice él, también sus ojos. “El motociclismo ha experimentado un cambio impresionante en los últimos treinta años, afortunadamente ahora se ha ganado mucho en materia de seguridad. Antes los pilotos no éramos más que un puñado de pirados por las motos. Por suerte siempre estuvo TVE para ayudar a que el motociclismo ganara repercusión y notoriedad y progresivamente se le valorara como merecía. Aunque este mundo me siga apasionando, me gustaba más antes, cuando yo era piloto. No había tanta información y eso hacía que la calidad del piloto primara sobre la moto. En mi época el piloto era determinante y quien marcaba la diferencia”.

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