“Un orgasmo para el corazón y para el alma”, así describió Álvaro de Luna su concierto del pasado miércoles en La Rambleta de València ofrecido por The Music Republic. El solista puso el broche de oro a su gira en la terreta, donde dio su penúltimo concierto del año. Delante tuvo a un un público que lo dio todo a pesar de tener que estar sentados y con la mascarilla puesta en todo momento. Tanto fue así que de Luna no paraba de repetir entre canción y canción que el show estaba siendo “una auténtica pasada” e “increíble”, dando las gracias constantemente por la entrega que estaba viendo en sus espectadores.
El exvocalista de Sinsinati dio un espectáculo de variedad. Cantó tanto canciones de su antiguo grupo como otras propias. Guitarra en mano, tocó acústicos como ‘Quiero’ o ‘Duele’. En esta última, pidió al técnico de luces que creara un ambiente muy íntimo, ya que para él es una letra muy dura y personal, y se paseó entre las butacas por toda la sala. Después, llegó su “momento favorito, el de soltar la guitarra, porque empieza el baile”, al que dio comienzo con ‘Bailemos un vals’. El evento se cerró por todo lo alto con su gran éxito en solitario: ‘Juramento eterno de sal’.
Todo un espectáculo
La improvisación también estuvo presente en el show. Como cantante entregado a su público, una pareja le pidió con un cartel que les dedicara una canción que no estaba en el repertorio. “No lo tenía pensado, pero vale, un poquito”, respondió él, e inmediatamente empezó la melodía. Lo mismo hizo cuando unas chicas le gritaron: “¡Llueve sobre mojado!”, el título de su último single junto a Pablo Alborán y Aitana, el cual tampoco estaba planeado, pero improvisó un trozo del estribillo.
De manera exclusiva ofreció ‘Incógnita’, un tema que “no va a salir” y que solo canta en directo, un regalo privilegiado, solo apto para los asistentes a sus conciertos, para que disfruten de algo único y para que, como él explicaba entre risas, pudieran vacilar de ello con sus amigos. El evento no dejó indiferente a nadie, ya que gracias a detalles como estos y a sus conversaciones con el público como si fuera un amigo más hizo que el buen rollo reinara en el ambiente y que la gente no parara de cantar, bailar y reír.