El submarino amarillo debía ganar y ganó. El solitario golazo de Leo Baptistão valió para sumar los primeros tres puntos en la fase de grupos de la Europa League ante un Viktoria Plzen batallador.
Tres puntos merecidos y necesarios. Ese es el resumen principal de un partido planteado como una final por Marcelino y jugado como tal. El resultado fue corto porque el submarino falló demasiado, pero al final entró la más difícil. Una genia jugada en solitario de Leo Baptistão encendió El Madrigal y acabó con el campeón checo.
Los veinte primeros minutos fueron una pura maravilla futbolística amarilla. El Villarreal imprimió rapidez al juego, mucha más de la que el Viktoria Plzen podía seguir. Jonathan dos Santos organizaba el juego como quería y hacia las bandas, en las que Samu Castillejo y Nahuel desbordaban con facilidad y provocaban mucho daño. Pero el balón, en pies de Baptistão y Soldado, no quiso entrar. Y así, con varias ocasiones marradas por el submarino, el partido se marchó abierto al descanso.
Tras la pausa, el Viktoria se lo creyó y tuvo momentos de dominio. Los de Pilsen consiguieron inquietar a los locales en esos minutos y también en un par de balones laterales en la primera mitad. Pero el Villarreal puso punto y final a las especulaciones checas. Leo Baptistão agarró el balón en el centro del campo y echó a correr. Y corrió. Y corrió más aún. Soldado arrastró a la perfección a dos contrarios y, en diagonal, el brasileño se metió en el área a base de zancadas. Nadie pudo con él y se plantó enfrente del portero Kozacik, que lo quiso tapar todo y se olvidó del primer palo. Por ahí, por el sitio más difícil pero haciéndolo fácil, ganó la partida Baptistão. Un auténtico pase a la red, para enmarcar.
Soldado, el mejor de los amarillos a pesar de no marcar, desquició a sus marcadores y acabó provocando la expulsión de Prochazka. El partido ya había muerto mucho antes de eso, pero por si quedaba alguna duda el árbitro se encargó de recordárselo. Un rondo del Villarreal ocupó los tres minutos de prolongación. Los de Marcelino debieron haber ganado por tres o cuatro goles y sacar así los ‘olés’ de la afición. Hubo, en cambio, silencio y admiración. Este Villarreal sabe jugar y ganar. Encauzado el ritmo en el grupo de Europa League, ahora el Villarreal quiere acabar bien arriba su maratón de partidos con el derbi ante el Levante.