Los de Eder Sarabia volvieron a ganar como visitantes; en un partido que resolvió Álvaro Núñez con un trallazo desde la frontal del área
El Elche ganó en Cádiz por la mínima. Un partido que no va a trascender más allá de la ciudad de las palmeras, pero que es un paso muy importante para cumplir el sueño de regresar a la máxima competición del fútbol español, categoría que por historia y afición les corresponde.
Eder Sarabia ha sabido dar con la tecla para que el equipo gané por segunda vez consecutiva como visitante. Recordemos que en este año 2025, sin contar con esta victoria, solo ha conseguido los tres puntos en una ocasión, frente al Córdoba.
Ganar fuera, a estas alturas de campeonato, tiene un peso mucho mayor, pues ya nos hemos adentrado en las jornadas claves. Pero hacerlo en un campo como el Nuevo Mirandilla, con un rival que pelea por no hundirse, tiene aún más mérito. El Cádiz no está para regalar nada y lo demostró desde el primer minuto. Lo que pasa es que este Elche ha aprendido a convivir con la presión.
La primera mitad fue intensa. El gol anulado a Agustín Álvarez encendió por un momento la ilusión. Era un gol de esos que cambian el guion, pero el VAR apareció con su regla milimétrica para enfriar el momento. Aun así, el equipo no se descompuso. Ni protestas, ni gestos. Solo volver a empezar. Eso también dice mucho de como está Eder Sarabia dirigiendo a sus jugadores.
Dituro sostuvo al equipo cuando tocó. No hizo milagros, pero estuvo donde tenía que estar. El Cádiz empujó con más corazón que cabeza, y ahí es donde apareció la defensa. Affengruber y Bigas demostraron una vez más porque son, posiblemente, la mejor pareja de centrales de toda la categoría.
Álvaro Núñez desató la locura
El gol llegó en la segunda parte, cuando el partido pedía algo diferente. Y lo marcó Álvaro Núñez, que no es de los nombres habituales en las portadas, pero que esta vez se apuntó un golazo desde la frontal. Seco, ajustado, imposible. Su primero del curso. Uno de esos tantos que aparecen cuando todo el equipo está enchufado. Cuando todos suman, incluso los que menos se ven.
A partir de ahí, tocó sufrir. El Cádiz se volcó, tuvo ocasiones, incluso marcó un gol que acabó anulado. Pero el Elche resistió. No se encerró, no renunció. Supo defender con la pelota cuando pudo, y sin ella cuando tocó.
Cuatro victorias seguidas. Líder una semana más. No es casualidad porque hay equipo. Hay bloque. Hay intención. Y, sobre todo, hay ilusión por regresar a la primera división.