martes, marzo 19, 2024
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La filosofía en el cambio de época del Villarreal

Tiempo de lectura: 2 minutos
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El Villarreal siempre ha tenido una de las mejores canteras de España. De su filial han brotado numerosos talentos. Algunos han decidido quedarse en el primer equipo, como Mario Gaspar, Jaume Costa, Manu Trigueros, Moi Gómez o Gerard Moreno, se han quedado en el primer equipo; otros han triunfado en tierras extranjeras, como Florian Andone, Mateo Musacchio o Rodri Hernández, y hay quienes no han querido ir tan lejos, como Jason Remeseiro, Toño o el capitán del C.D. Castellón, David Cubillas.

Buena prueba del esplendor de la escuela deportiva del Villarreal es que hace solo unos meses los dos porteros  (por aquel entonces) titulares de Valencia y Levante tenían pasado en el B del conjunto de la Plana. De hecho, los entrenadores de ambos equipos también pasaron por la cantera grogueta, Javi Gracia en la temporada 2010/11 y Paco López desde la 14/15 hasta la 16/17.

Por todo esto, llama la atención que, teniendo en cuenta los problemas que ha pasado el primer equipo con las lesiones, Emery no haya echado mano de jugadores del ‘B’ más que en la Copa. Yéremy Pino, Álex Baena y Fer Niño tienen ficha del filial, pero lo cierto es que a efectos prácticos forman parte de la primera plantilla y no han jugado ningún encuentro a las órdenes de Miguel Álvarez.

Incluso cuando la escasez de jugadores era acuciante, el entrenador del Villarreal ha decidido dar la espalda al equipo B, cuya temporada está siendo encomiable. Y es que los castellonenses han sido el mejor filial de su grupo de la segunda B, certificando su ascenso a la nueva segunda Pro e introduciéndose de lleno en la pelea por una plaza en la segunda competición del país.

Este tic, propio de entrenadores veteranos, resulta contraproducente en un equipo de la filosofía del Villarreal, tradicionalmente formador y vendedor. Esta actitud del entrenador da la impresión de en pretemporada ya hizo su selección de canteranos y desde entonces se ha entendido de todo lo que pueda pasar en Miralcamp.

El caso Ratiu resulta, cuanto menos, paradigmático. El rumano regresó de una cesión infructuosa en Holanda en un momento de necesidad en el lateral derecho groguet, pero Emery prefirió cambiar el sistema para introducir un tercer central, llegando a poner a un centrocampista, como Manu Trigueros, de carrilero. Ni que hablar cabe de cuando se lesionó Iborra y, lejos de apostar por Carlos Beitia o Juan Antonio Ros, el guipuzcoano colocó a Juan Foyth de pivote o de cuando sacó al propio Trigueros del centro del campo para colocarlo en la derecha en lugar de ofrecer una oportunidad a Juan Agüero, capitán del Villarreal B, o Haissem Hassan, flagrante fichaje estival.

La apuesta del Villarreal por Emery buscaba dar un paso adelante para convertir la entidad en un club ganador. Sin embargo, esto parece que ha erradicado de raíz la filosofía de cantera. Si bien es cierto que gran parte del primer equipo proviene de Miralcamp, muchos de estos canteranos son jugadores contrastados. Las jóvenes promesas que no entraron por el ojo a la llegada del técnico parecen haberse quedado fuera y tendrán que esperar al año que viene para tratar de convencer al entrenador de que en la cantera grogueta hay mucha, muchísima, calidad.

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