Todos los jugadores sevillistas reconocían tras el partido contra el Liverpool el gran trabajo del técnico vasco en el descanso, para darle la vuelta a la final de Basilea. El extécnico valencianista triunfa y lleva tres seguidas, principal candidato para ser el seleccionador en el futuro.
Al entrenador vasco lo sentenció la vuelta de la Supercopa 2008 contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. El Real Madrid se quedó en inferioridad numérica, con 9, y los ché no supieron llevarse ese entorchado que tenían en sus manos. Desde entonces entró con mal pie.
La afición valencianista venía de unos años de bonanza y títulos y no aguantó al nuevo preparador. Sus años en los que no se ganaba a los grandes y se caía en las eliminatorias a la mínima agudizaron la brecha, además de una manera de expresarse y comportarse ante los medios de comunicación en las ruedas de prensa que provocaban la desconfianza mayoritaria. Los ejercicios de ser terceros asegurados, pero sin aspiraciones a llegar a los dos grandes, cansaron. No se competía.
Ahora visto con perspectiva y comparando dónde está el Valencia, en Singapur, y dónde está el cuadro hispalense, preparando otra final, con la UEFA ya en las vitrinas nuevamente… la situación invita a la melancolía y a pensar que bastantes cosas se han hecho mal.
La salida de grandes jugadores y la falta de una continuidad en el modelo, encaminado a ser cuarto y no tanto a la conquista de títulos, ha provocado la situación en la que se está. El dinero se ha antepuesto al objetivo deportivo y los aficionados prefieren títulos a ser cuartos, que por ahora tampoco.
Atlético de Madrid, Sevilla, Villarreal… han adelantado al Valencia, desde diferentes parcelas, pero de manera manifiesta.