En el fútbol pequeño de las grandes cosas, el modesto Peñíscola Bodegas Dunviro demuestra que la preponderancia de lo pequeño para hacer algo grande es fundamental, puesto que para conseguir grandes metas, es absolutamente necesario sembrar de pequeñas cosas nuestro camino.
Y en la bella y pequeña Peñíscola, de apenas 8000 habitantes, un equipo acomete su proeza con la tajante proa del milagro, que encima un sueño que almenado rompe del horizonte la angostura, con una política de deuda cero y con el presupuesto más modesto de toda la categoría.
Así se eleva Peñíscola, sobre un minúsculo tómbolo de tierra en el que a lo bello se une el increíble sueño del fútbol de salón.
Vuela el conjunto de Carlos Sánchez y cuanto más se eleva, más pequeño les parece a los que no saben volar, pues nunca un equipo, una ciudad tan pequeña hizo gesta mayor en los 25 años de historia de la LNFS.
La grandeza está en saber reconocer la pequeñez, reside en el hecho de que todos, por muy pequeños que sean, se sientan grandes.
En definitiva, el conjunto castellonense es como un pequeño y milagroso bonsái, que encierra en sus limitadas dimensiones toda la esencia del trabajo y la superación para hacer vibrar a una ciudad pequeña con una hazaña tan grande.