Moyes y Marcelino se respetaron en el primer tercio del choque y la batalla la libraban Bruno, Rubén Pardo y Manu Trigueros, este último con menor suerte por sus condiciones. Un partido tan encorsetado no le viene bien al jugador que intenta crear. Pero la ilusión de Luciano, el argentino que se mueve como Rossi, superaba cualquier método táctico conservador que se pusiera por delante. Se debió lamentar el argentino, y respiraron sus rivales, cuando en el descanso el resultado aún era de cero a cero. Se entretuvo con las moscas delante de Zubikarai en la primera y, a pesar de que no le llegaba mucho el esférico, no se enfrió cuando se fabricó la segunda.
Cheryshev le lanzó un balón aéreo un poco más allá del círculo central y el argentino realizó, con el pecho y sin dificultad, un control orientado loco que rompió a su par. En el tiempo que le llevó bajar el balón y plantarse en la frontal del área con todo el estadio maravillado, el ex canterano amarillo De La Bella entró por detrás con demasiada fuerza. El Madrigal pidió la roja pero Teixeira Vitienes solo concedió una amarilla que era más bien naranja. Los amarillos se encendieron del todo cuando Vietto, omnipresente, también recibió amonestación por una acción de plancha menos dura.
Vietto guía, Bruno y Cheryshev sentencian
El partido, que se embraveció poco antes del descanso, continuó así al inicio del segundo acto y fue el Villarreal quien tomó definitivo control de la situación. Con, adivinen, Vietto capitanenado y provocando una marea grogueta que la zaga donostiarra no supo controlar, el submarino iba a asestar dos golpes decisivos a la tarde.
Bruno ya había dispuesto de un libre directo en la primera mitad. Y se le había ido por poco. En la segunda, en una falta idéntica, el de Artana pondría el balón en el larguero y la espalda de Zubikarai haría el resto. El Villarreal abrió la lata y a partir de ahí fue una tempestad para la Real. Cheryshev reclamó protagonismo y, a pase de Uche anotó el segundo.
Moi Gómez los hace de dos en dos
Vietto para entonces ya intuía que se iba a quedar sin gol. Dos palos, ni más ni menos, fueron los que se encontró en menos de veinte minutos. Pero el chaval se alegraba igual cuando veía a sus colegas pertrechar la goleada. En el 75′, Marcelino dio entrada a Moi Gómez. El canterano, cuando lo da todo, es la reencarnación de Cani. Hacer dos goles en diez minutos -como contra el Celta- tras salir del banquillo es una muestra de descaro. Y ambos tras jugada personal. Primero combinando con Cheryshev y después probando la poca consistencia del meta donostiarra desde lejos.
El Madrigal hizo la ola y la quinta plaza se vislumbra como objetivo para acabar la primera vuelta con satisfacción. Mientras las miras se vuelven a desviar hacia Europa, donde el submarino amarillo se juega la clasificación el jueves en Nicosia, el test de la liga vuelve a ser aprobado con nota. Y esta vez, dejando a un escocés llamado Moyes con cara de tonto. Ni los banquillos a la inglesa del Villarreal le hicieron estar cómodo en toda la tarde.
