Corre el mes de septiembre y el Valencia es un polvorín, los resultados no llegan y el juego del equipo va a peor, en mitad de este desaguisado un foco se ilumina sobre la cabeza de un hombre, Nuno Espirito Santo.
Dice el dicho que cuando el rio suena, agua lleva, y en el mundo del fútbol también se puede aplicar de igual manera. La situación del equipo es de absoluta crisis, es cierto que sólo llevamos cinco partidos de liga y uno de Champions, pero las sensaciones son cada vez peores y se puede dilucidar un trasfondo dentro de esta situación. Hay muchos jugadores que no están satisfechos ni comprenden muchas de las decisiones del técnico luso, a la afición ya se le ha agotado la paciencia e incluso, hasta el mismísimo Peter Lim, empieza a tener dudas acerca de si Nuno es el hombre adecuado para encauzar la situación del equipo.
Esta situación ha estallado en las últimas semanas, no obstante ya se gestó la temporada pasada. Nuno vivió de los buenos resultados y de la efectividad de su equipo, como he dicho en otros artículos, el fútbol se basa en el gol, si éste llega llegan las victorias y la gente se olvida de si el juego fue bueno o malo, en cambio, cuando la pelotita no quiere entrar, todos se fijan en lo que puede fallar y en lo que se debería hacer para generar más juego y por consiguiente más ocasiones. El Valencia, aunque de forma sorprendente, ha tirado a puerta más que la temporada pasada a estas alturas, la diferencia es que esta temporada lleva tan sólo 2 goles a favor y 6 puntos de 15 posibles mientras que la temporada pasada, los de Nuno sumaban en su haber 13 puntos y 13 goles a favor, unas cifras que le permitieron ser líder más de 3 años después.
Viendo estos datos parece que el equipo haya dado un bajón pero la realidad es que el equipo juega igual que la temporada pasada, sin un sistema fijo y con arreones constantes que no son suficientes para afianzar a un equipo que quiere aspirar a todo. El Valencia (y por consiguiente Nuno) han vivido de una eficacia insólita, no es habitual marcar 3 goles tirando 4 veces a puerta, y los de Nuno eran expertos en esos lares.
Nuno ha tensado la cuerda demasiado, ha querido ser «califa en lugar del califa» y agenciarse un poder que no le corresponde a un simple entrenador. Hoy por hoy el único que está por encima de él es Peter Lim, el dueño. El técnico luso maneja la secretaria técnica, el banquillo y todo lo relacionado con el primer equipo. Se ha olvidado de su principal función, entrenar y conseguir los resultados adecuados teniendo en cuenta la importante inversión que se ha realizado en la plantilla actual.
Las convocatorias aleatorias, las decisiones arbitrarias y su falta de autocrítica han astiado a gran parte del vestuario y han colmado el vaso de la paciencia de la afición valencianista. El barco se hunde y Nuno como capitan del mismo parece que quiera abandonarlo con alguna de las formas de actuar con las que ha evolucionado su carácter. Aquí mando yo y jugará quien yo diga cuando yo diga, eso parece dar a entender en cada una de sus convocatorias y quien le pueda llevar la contraria puede verse apartado de los terrenos de juego como ya pasó con el polémico y misterioso caso de Joao Pereira.
No es del todo justo decir que Nuno tiene toda la culpa de la actual situación del Valencia y de la crisis de resultados existente, no obstante, cuando una pieza falla, todo el mecanismo se viene abajo y siempre es más sencillo cambiar una pieza que cambiar 23, eso sí, las averías se han de resolver lo antes posible, no cuando el reloj se haya estropeado y no tenga arreglo posible.